El término “protestante” fue usado en los años
anteriores como una forma despectiva de referirse a aquellos que, dejando el seno de la Iglesia Católica Apostólica y Romana, abrazaban la fe de Martín Lutero, el cual siendo un sacerdote católico se opuso a la explotación de la fe iniciada por Roma. ¿Por qué le decían protestantes a los seguidores de Lutero?
Simplemente porque protestaban contra los abusos del Papa al rechazar doctrinas dogmáticas y mercantilistas, principalmente aquellas relacionadas con la venta de indulgencias y del perdón de pecado por una paga económica, lo cual fue proclamado por el papa León X, encomendándoles esta misión a un monje llamado Juan Texzel .
Al protestar Lutero y sus seguidores de la hegemonía de Roma, se les etiqueto de “protestantes”, porque se declararon abiertamente contra el Papa, al no someterse a algunas doctrinas de la iglesia dominante que no emanaban de las Sagradas Escrituras. La palabra protestante viene de protestar, indicativo del hecho de denuncia o señalar algo que es incorrecto, y que se tratan de imponer como norma de conducta. El protestar es uno de los derechos que nos da la democracia frente a la injusticia, por lo cual, tenemos el deber de señalar el abusos de poder. Quedarse callado nos convierte en tolerantes del mal, y cómplice de aquellas acciones incorrectas que no tienen un respaldo legal, bíblico o natural.
El mundo cristiano se dividió en ese momento en dos bandos; la iglesia tradicional compuesta por Católicos y Ortodoxos, y la iglesia protestante, hoy llamada evangélica, que rompió su vínculos con Roma, rechazando los dogmas y tradiciones, para apoyarse únicamente en la Palabra de Dios revelada en las Sagradas Escrituras, como única norma de fe y guía espiritual de los creyentes.
La reforma protestante, que hoy, 2017, cumple 500 años de haber ocurrido abrió las puertas del renacimiento, del despertar de las conciencias, del surgimiento de la revolución industrial y de la existencia de los sistemas democráticos. Los países que abrazaron la fe protestante se liberaron de la dictadura de Roma, e iniciaron el camino del progreso y la prosperidad. Es por ello que la mayoría de los países industrializados, prósperos, democráticos y ricos son aquellos que abrazaron la fe protestante, como por ejemplo Alemania, Suiza, Suecia, Dinamarca, Noruega, Holanda, Inglaterra, Estados Unidos y Canadá etc.
Una de las herencias de la reforma protestante fue la libertad de conciencia, el derecho a la libre expresión, el derecho a elegir la fe en la religión que más me plazca, y sobre todo, el derecho a disentir e incluso, a declararme escéptico o ateo sin sufrir las consecuencias de la persecución o inquisición.
Actualmente muchas iglesias evangélicas han olvidado su herencia “protestante”, y están adoptando la misma posición de la Iglesia de Roma en la Edad Media, lo cual denominaremos “el mercantilismo religioso”. Cuando olvidamos la historia, tristemente repetimos la misma. Es por ello que debemos tener claro los principios de la Palabra de Dios, evocando este acontecimiento histórico iniciado en el 1517 como el inicio del resurgimiento de un cristianismo fundamentado en las Palabras del Maestro Jesús, que nos prometió todo, a cambio de nada, con simplemente aceptar su sacrificio expiatorio en la cruz del calvario, como el precio por nuestros pecados, y obtener el perdón gratuitamente, para vivir conforme a su Palabra.
El conocimiento de las Sagradas Escrituras nos libera de la superstición, nos abre la conciencia, nos hace libre, y nos lleva a superarnos, para convertirnos, como dice la Palabra de Dios, en una Nueva Criatura, liberándonos de todo temor, porque como dice la Biblia, “en el amor no hay temor, porque el perfecto amor hecha fuera el temor” (1 Juan 4:18).
Fuente:contralaapostasia.com
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