martes, 27 de septiembre de 2016

¡FALSOS PROFETAS! ¡FALSAS ENSEÑANZAS!


Introducción -Falsas enseñanzas -Prosperidad y éxito - Poder mental

                                                                                                             

La crisis más peligrosa que enfrenta la iglesia de Jesucristo hoy día es la penetración en la misma de ideologías, creencias, costumbres y doctrinas falsas. Una crisis según el diccionario, es “una condición de inestabilidad; el punto que los elementos hostiles son más agudos”. Esta “condición de inestabilidad”, tanto espiritual como emocional, jamás ha sido más evidente en la mayoría de los cristianos que en estos últimos tiempos. Hoy creen una cosa, mañana otra; van de creencia en creencia, de ideología en ideología, de costumbre en costumbre, de doctrina en doctrina, y por supuesto, de iglesia en iglesia. Y lo peor, lo trágico, la gran mayoría, cansada de “tocar puertas”, termina en la mayor de las indiferencias espirituales.





El apóstol Pedro después de ver muchas cosas que ocurrían en las iglesias del primer siglo, inspirado por el Espíritu Santo, dice:“Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales, el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme” (2 Pedro 2:1-3). Llama poderosamente la atención la expresión: “Introducirán encubiertamente herejías destructoras”. Y es que las “tácticas o estrategias” del enemigo de Dios, están basadas precisamente en “acciones o sutilezas encubiertas” por parte de los “falsos profetas y falsos apóstoles” (falsos por dentro, disfrazados por fuera), las cuales pasan inadvertidas para la mayoría de los cristianos de hoy. Por ejemplo, una mayoría de “predicadores televisivos”, en los primeros veinte minutos de su enseñanza, todo lo hacen de acuerdo a la Biblia; sin embargo, los últimos cinco o diez minutos, es“herejía pura”, que casi nadie la percibe. He ahí la “sutileza o astucia”. “Y es que en el día de hoy, un predicador hábil puede hacer que cualquier argumento suene verosímil y hasta muy bíblico.”
  


Un especialista de la publicidad dijo: “Para que una mentira pueda ser creída, debe contener algunos elementos de veracidad, no carecer de lógica, apelar a alguna vanidad o deseo de la persona que la escucha, y contada con mucha frecuencia”. Satanás, el padre de la mentira, en estos últimos tiempos, ha venido propagando muchas mentiras que cumplen con dichos requisitos. Con mucha insistencia hoy se enseña en muchas iglesias, como lo más importante, es el “poder de la mente”,“decretar prosperidad material” (ningún problema económico), “prosperidad física” (ninguna enfermedad), “prosperidad de la autoestima o evangelio del éxito” (ningún fracaso), etc., etc. Todo esto parece ser verdadero. Dios es bueno y justo, quiere lo mejor para sus hijos. Además, en la Biblia se encuentran muchos pasajes que hablan de personas que disfrutaron de riqueza, de grandeza, de salud, de éxito, etc. También tiene lógica. Igualmente apela a la vanidad o natural inclinación de la gente. ¿Quién no desea tener poder, riqueza, salud, prestigio, influencia, grandeza, o éxito en la vida? ¿Acaso la aceptación ante los demás por causa de todas estas cosas no es placentero? Además de enseñar que toda persona cuando nace, Dios le coloca el nombre, “triunfadora o exitosa”, los falsos profetas proclaman que tener todo lo anterior, es evidencia de vivir bajo la “bendición divina”. Y la ausencia de las mismas es señal de “maldición”. Seamos sinceros. ¿Existirá un creyente que no se sienta atraído ante semejantes “ofertas”?¿O preocupado, por no decir asustado, ante dicha amenaza? Por esta razón, una mayoría de creyentes ingenuos, ha sido atrapada en la “mentira más grande del diablo”. Pero “una mentira es una mentira, incluso si todo el mundo la cree. La verdad es la verdad, aunque nadie la crea”.

Hoy abundan los falsos profetas y los falsos apóstoles dirigidos desde el reino de las tinieblas. Pero no necesariamente todos tienen que ser “emisarios” de Satanás. Especialistas en la materia dicen: “Muchos simplemente padecen de un delirio místico, una enfermedad sicológica que se manifiesta como un desajuste emocional con características religiosas”. Y agregan: “La persona enferma se cree elegida por Dios para ser depositaria de una revelación que le coloca en un lugar privilegiado, y no le importa si lo que dice que le ha sido revelado, está de acuerdo con la Sagrada Escritura o con la lógica. Son personas con desajustes emocionales, disturbios sicológicos, problemas éticos, conflictos familiares u otros antecedentes que dan origen a cierto tipo de patología mental”.




Según Jeremías 23:9-40, los falsos profetas se arrogaron por su propia cuenta, el título de “profetas” sin haber sido llamados ni enviados por Dios. “No envié yo aquellos profetas, pero ellos corrían, yo no les hablé, mas ellos profetizaban” (v. 21). Nuestro Señor también dijo: “Porque se levantarán falsos cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos”(Mateo 24:24). Estamos comenzando a experimentar el mayor “engaño religioso” que el mundo jamás haya visto: “Falsos profetas, falsos mesías y falsos milagros”.

Son los tiempos marcados como inmediatamente anteriores al “arrebatamiento de la Iglesia” en la Santa Biblia, y no los caracterizados por un “espectacular avivamiento espiritual”, como enseñan precisamente los “súper hombres y mujeres de la nueva unción” (así son llamados ahora los falsos profetas y falsos apóstoles de hoy). Igualmente Juan el apóstol amonesta:“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad a los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo” (1 Juan 4:1). Dicho “engaño religioso” será complementado muy pronto, con la aparición de versiones de la Biblia en las que palabras tales como “pecado”, “sangre”, “iglesia”, “cielo”, “infierno”, “perdidos”, “arrepentimiento”, etcétera, no aparecerán, a fin de que su “mensaje no sea tan controversial”, según afirman los falsos profetas. Del “ministerio profético” del Antiguo Testamento, dice Lucas 16:16 -“La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan para entrar en él”. (Ver Mateo 11:13). Dicho “ministerio” culminó con Juan el Bautista, el último profeta del Antiguo Pacto.

Falsas enseñanzas

La Iglesia de estos últimos tiempos está experimentando una confusa “mezcla de verdad y error” que se proclama en el Nombre de Jesucristo, especialmente por medio de “predicadores televisivos o tele-evangelistas”. Todos los cristianos, cualquiera sea la denominación, hoy somos “víctimas” en mayor o menor grado de semejante confusión. Es verdad que sólo Dios puede juzgar los corazones de los hombres, por lo cual hay que dejárselo a él. Pero es deber de todo creyente, mejor dicho de todo discípulo de Jesucristo, saber y hacer algunas cosas al respecto, por ejemplo:
Juzgar la enseñanza y los frutos, a fin de aceptar y seguir solo aquello que es claramente acorde con la incuestionable Palabra de Dios, la Santa Biblia.
Reconocer que se está produciendo cada vez más por parte de las iglesias, un alejamiento de la Palabra de Dios. Ya no somos el “Pueblo del Libro”, como se decía de los primeros cristianos, ahora parece que somos el “Pueblo del Entretenimiento Religioso”.
Alertar sobre la confusión entre “éxito del cristiano” y “fe”. Porque ahora el cristiano es aquel que todo lo puede, como sea, donde sea, cuando quiera. Es el que conquista todas las metas. Las tribulaciones, las enfermedades, los problemas, la pobreza, la adversidad, etcétera, ya no forman parte de su vida. Por tanto, ya no hay testimonios de la “bendición de Dios” en medio de las tribulaciones.
Enseñar y alertar a los pocos cristianos de nuestras iglesias (especialmente “nuevos creyentes”) que aún no han sido“contaminados” con las falsas enseñanzas, de los autoproclamados “profetas y apóstoles” que hoy recorren el mundo. El no hacerlo nos hace cómplices de la mentira y el engaño.
Advertir en estos tiempos de tanta confusión y apostasía del peligro a quien está al borde del precipicio (la falsa enseñanza). Si no lo hacemos por el hecho de que “Dios es amor” (así dicen), estaremos presentando simplemente un “falso amor” lleno de indolencia.


Prosperidad y éxito material

Los falsos profetas y falsos apóstoles de hoy definen el éxito de los cristianos en términos de “logros, fama, reconocimientos, sanidades, bienes o riqueza material”. Se necesita ser demasiado ciego para no ver el contraste que hay entre la enseñanza del Espíritu Santo a través de Pablo, y la de Satanás por medio de los falsos profetas respecto a lo material y físico. Pablo, en lugar de alabar por su prosperidad material a los ricos, les enseña cómo vivir. “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna”(1 Timoteo 6:17-19).

En cambio, a los creyentes pobres de Macedonia, ni les enseña, ni les exhorta, y por supuesto, no los señala de estar viviendo“bajo maldición”, sino que los coloca como ejemplo digno de imitar. “Que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad. Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas. Pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en ese servicio para los santos”(2 Corintios 8:2-4). ¿A quién le creeremos? ¿Al apóstol Pablo o a los falsos profetas y falsos apóstoles de hoy? Hace poco, en Estados Unidos un predicador de la “prosperidad material y física”, se le ocurrió hablar en una conferencia sobre “el pecado y el arrepentimiento”. La reacción de los otros predicadores de la zona no se hizo esperar. Estuvieron en contra de su enseñanza, diciendo algo así: “Cómo es posible que haya cambiado su mensaje”. A excepción de uno que dijo: “Nunca he estado de acuerdo con la enseñanza de dicho pastor; por primera vez lo estoy”.

Y en cuanto a Timoteo, en vez de Pablo acusarlo de estar viviendo en pecado, por sus constantes enfermedades, le recomienda una “especie de medicina casera” (1 Timoteo 5:23). Y es que la “vida abundante” (Juan 10:10), no quiere decir una salud perfecta o un estilo de vida rodeado de todo lo material, todas las comodidades, felicidad permanente, y la solución instantánea de todos los problemas. No esperemos, por tanto, que la vida cristiana sea fácil, como enseñan los falsos profetas. El proverbista la define así: “La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella” (Proverbios 10:22).

¿Debemos los cristianos discípulos de Jesucristo buscar primeramente la prosperidad material? Sabemos que las reglas (aunque no están escritas) de los no cristianos en cuestión de negocios son: Conseguir “resultados tangibles sin importar los medios”. El dinero es más importante que la gente, el éxito sólo equivale a dinero, trabajan para agradarse a sí mismo. Su pregunta clave es:“¿Cuánto puedo obtener?” En otras palabras, viven en una permanente “esclavitud financiera”. Y si los cristianos somos enseñados a hacer lo mismo, ¿cuál es la diferencia entonces entre los ciudadanos del “Reino de Dios” y los súbditos del “reino de las tinieblas”?

Por supuesto, nuestro Señor nunca dijo que el dinero, el éxito financiero o material, fueran malos o pecado. Pero sí dijo que dar más importancia o priorizar el éxito material sobre Dios, es malo, es pecado, pues equivale a “adorar un dios falso”. “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:21). Y es que cualquier cosa que ocupe el lugar de Dios se convierte automáticamente en un “ídolo” (dios falso), transformándonos en “idólatras”; el pecado más repugnante para el Eterno y Santo Dios. “La esclavitud material o financiera no consiste en tener bienes materiales, sino en que los bienes materiales nos tengan a nosotros.” Nuestro Señor jamás habló de un camino directo al “éxito material”; nunca ordenó que los cristianos buscaran primeramente la “prosperidad o éxito material”. No se registra ningún mandamiento de tal naturaleza en la Santa Escritura. La “prosperidad material o auténtica libertad financiera” en los cristianos, ha de ser el “resultado de buscar primeramente el reino de Dios y su justicia” (Mateo 6:33). Enseñar lo contrario, es enseñar la más “devastadora y demoníaca mentira”.

Quien esto escribe en una oportunidad conoció a una persona con muy buena posición económica, y cuando se dio cuenta que yo era pastor, compartió lo siguiente: “En una ocasión fui a consultar con cierto líder cristiano sobre el gran problema espiritual y emocional que me agobiaba. Salí totalmente decepcionado. Fui a buscar la manera de cómo Dios podía tener misericordia de mí, pero sólo encontré un Dios interesado en mi dinero”. Con razón el filósofo Jean Paul Sartre escribió: “No reconocí en el Dios atrayente que me enseñaban, a aquel que estaba esperando por mi alma. Yo necesitaba un Salvador, pero me dieron un gran negociante”. Lo peor llega cuando tal enseñanza hace que la gente se “endurezca de tal manera”, que muera sin Cristo, y por tanto, sin salvación eterna ¡Qué problema tan serio! ¿Saben ustedes cuál es la clase (de nuevos creyentes) más asistida de la escuela dominical en determinada iglesia? La de “cómo llegar a ser un cristiano millonario”. Por favor, no me pidan la dirección.

Hoy los falsos profetas y falsos apóstoles “televisivos” nos hablan permanentemente de “sembrar una semilla”, con lo cual la prosperidad material y física no se hará esperar. Cancelación de deudas, sanidad del cuerpo, restauración de la familia, prosperidad en los negocios, obtención de fincas, casas, vehículos, etc., etc. El hermano Ray Comfort comentando el asunto en cuestión se pregunta: “¿Si el plantar una semilla en cuentas bancarias, nunca falla en dar prosperidad al que siembra, por qué tengo que plantar la semilla en su tierra?” En otras palabras, ¿por qué razón no podemos “sembrar” (si el término es válido a la luz de la Palabra de Dios) en otro terreno, como por ejemplo, en los ministerios de la iglesia local? Además, es ahí donde realmente se pastorea, se enseña, se atiende, se visita, etc., etc. Si a los antiguos “mercaderes del templo” Jesús los echó diciendo, “no convirtáis la casa de mi Padre en casa de mercado”, ¿qué les diría hoy a los modernos “mercaderes del evangelio”, si se les apareciera personalmente? Lo cierto es que, como alguien lo expresó acertadamente, “la gran diferencia que existe entre decir lo que todos QUIEREN OÍR y decir lo que todos DEBEN OÍR, es la misma diferencia que existe entre un verdadero SIERVO de Dios y un MERCADER de la fe”.



Poder Mental


“Todo lo que la mente humana pueda creer, la mente humana lo puede conseguir”. Esta “fascinante doctrina” es parte de lo que enseñan los promotores del “Movimiento de la Nueva Era”. La misma se ha introducido sutilmente en la iglesia por los falsos profetas, precisamente, por lo “atractiva” que resulta. “Podemos conseguir cualquier cosa que concibamos en nuestra mente”,“cualquiera puede hacer que suceda un milagro”, “hay un milagro en tu mente y en tu boca”, enseñan los profetas y apóstoles auto nombrados de hoy. Si alguien cree que debido a que piensa ciertos pensamientos o pronuncia ciertas palabras, Dios tiene que responder de una cierta manera, ha caído en la “hechicería”, o simplemente está jugando a “ser Dios”. Si el “milagro” sucede, no es un milagro genuino de Dios. Si una persona es sanada meramente porque cree que será sanada, el “poder está en su mente”, tal como lo enseña la Metafísica: “Todo lo que existe en la dimensión física es el resultado directo de nuestros pensamientos”. Si eso es así, entonces, como dice un autor cristiano: “Dios es sólo un mandadero que sólo sirve para activar la fe”. Esta postura trata a Dios como un “genio de una lámpara”, que sólo existe para que nos sirva de “medium”. Este tipo de “cristianismo metafísico y ocultista”, ya está de moda en muchas iglesias.


Estos falsos profetas y falsos apóstoles no aceptan que Dios no es nuestro siervo, que la vida no gira en torno a nosotros, no gira en torno a mí, ni a ti, estimado lector. Ellos no saben, o no quieren saber, que existimos para los propósitos de Dios, no a la inversa. ¿Escucharon bien? A este respecto, alguien pregunta: “¿Por qué habría de proporcionarnos Dios el cielo en la tierra, cuando él ha hecho planes para darnos algo mayor en la eternidad?” Este mismo autor, al referirse a los falsos profetas y falsos apóstoles agrega: “Para ellos la fe no está en Dios, sino que es un poder aplicado sobre Dios, que le obliga a él a hacer aquello que nosotros hayamos creído que él hará”. Lo que el “mundo secular” llama “poder de la mente”, es confundido por una mayoría de cristianos de hoy, como “fe”. Gracias a los falsos profetas y falsos apóstoles. ¡Muchos cristianos ya son víctimas de semejante engaño!


El Evangelio de la Autoestima


“Nuestro problema no es el pecado, sino la mala imagen que tenemos de nosotros mismos”, dicen los falsos profetas en complicidad con la mayoría de psicólogos y psiquiatras. Enseñan que nuestra mayor necesidad es edificar o levantar “nuestra autoestima”. Este “Nuevo Evangelio de la autoestima” ya ha sido aceptado, incluso por eminentes “hombres de Dios” con eficaces ministerios en Venezuela. Sin embargo, esta “Nueva Teología o Nueva Psicología de la autoestima” está opuesta a las Escrituras. Por ejemplo, Dios eligió a Moisés, quien era “muy humilde, más que cualquier otro hombre sobre la faz de la tierra”(Números 12:3), para confrontar al más poderoso emperador de la tierra, y liberar a Israel. Moisés rehuyó este llamamiento, considerándose incapaz. En lugar de darle una charla de “orientación psicológica” (como hacen hoy muchos Seminarios e Institutos Bíblicos con sus estudiantes) para levantar su deficiente “autoimagen” y construir su “autoestima para el éxito”, Dios prometió estar con Moisés y obrar milagrosamente por medio de él (Ver Éxodo 3).


Hoy los cristianos son impulsados por los falsos profetas y falsos maestros a “visualizar el éxito”, hasta el punto de que “el éxito y la autoestima” han llegado ser tan importantes en las iglesias que ha eclipsado a todo lo demás, incluyendo la enseñanza sistemática de la Palabra de Dios. Ahora lo más importante en la iglesia es ser “grande”, “próspero materialmente”, “con prestigio”, “exitoso”, “sobresaliente en riquezas”, etc., porque según los falsos profetas, el nombre que Dios coloca en la persona en el momento cuando esta se convierte a Cristo, es el de “exitosa o próspera”, no el de “hijo o hija de Dios”. La humildad ha sido echada fuera, y la “autoestima” está dentro, aún cuando la Biblia enseña que, “estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo”(Filipenses 2:3). Por cierto, cuando la Biblia habla de las “riquezas materiales”, generalmente lo hace en forma negativa, no porque sean malas en sí mismas, sino por el peligro que representan al no saberlas administrar. Sin embargo, los psicólogos nos dicen que no hay que hablar en forma negativa de las mismas (“pensamiento positivo”). Pregunto, ¿esto no es contradecir la Palabra de Dios?


¿Qué se dijera de Moisés si viviera hoy y fuera miembro de alguna de nuestras iglesias, donde la psicología ha sido colocada por encima de las Escrituras? En lugar de, “prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios”, como dice Hebreos 11:25, se diría,“prefirió sufrir riqueza, éxito, prosperidad y popularidad con el pueblo de Dios”. En cambio, los primeros cristianos decían:“Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, padecerán persecución”(2 Timoteo 3:12). Sin embargo, los falsos profetas y apóstoles modernos enseñan: “Los que vivan vidas piadosas tendrán honra, éxito, aprecio, prestigio, grandeza, importancia y prosperidad material en este mundo”. Y ni cortos ni perezosos, no sólo los cristianos como individuos, sino las iglesias enteras, lo que buscan hoy es “la riqueza material o el éxito empresarial” al estilo del mundo secular. Cuanto más grande sea una iglesia, tanto en lo financiero como en la cantidad de miembros, tanto más “éxito” se considera que ha obtenido. “Lo que importa son los resultados visibles”, dicen. ¡Craso error! Así que las claves del éxito para las iglesias ahora son: “Pensamiento positivo”, “Habla positiva”, “Visualización positiva”, “Éxito material positivo”.

Ahora lo más importante en la iglesia es ser “grande”, “próspero materialmente”, “con prestigio”, “exitoso”, “sobresaliente en riquezas”, etc., porque según los falsos profetas, el nombre que Dios coloca en la persona en el momento cuando esta se convierte a Cristo, es el de “exitosa o próspera”, no el de “hijo o hija de Dios”. La humildad ha sido echada fuera, y la “autoestima” está dentro, aún cuando la Biblia enseña que, “estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo” (Filipenses 2:3). Cita tomada de este estudio.

     

En vez de 1 Juan 1:9, hoy en muchas iglesias se está predicando una “Confesión positiva” en todos los órdenes: “Declaremos nuestra sanidad, declaremos nuestra prosperidad material, declaremos nuestro dominio sobre esta tierra, declaremos nuestro derecho divino, visualicemos todo aquello a que tenemos derecho”. Una “confesión o declaración” de este tipo no es la que Dios demanda de sus hijos. Lo que Dios pide es “arrepentimiento” para el perdón de los pecados de sus hijos, en virtud del hecho de que Jesucristo pagó por ellos en la cruz. Cada vez más se extiende la enseñanza en las iglesias acerca de que no debemos“pedir a Dios”, “clamar a Dios”, sino “mandar o exigir de Dios”, a darnos todo lo que es nuestro derecho de poseer y disfrutar. En algunas iglesias ya no se reúnen para orar, sino para “decretar” lo que se quiere o desea. Y es que la idea del hombre de querer ser“dios” (o por lo menos un “dios”), aún persiste en muchos cristianos de hoy. ¡Qué vergüenza! Esto tendría que inquietarnos profundamente al ver que cada vez más esta enseñanza se esparce por la iglesia, al mismo tiempo que es aceptada por toda la sociedad secular, como parte del creciente movimiento de la “Nueva Era”. Pero escuchen esto, damas y caballeros: “Así como Dios es Dios, y no puede ser menos que Dios, así el hombre es hombre, y jamás podrá ser más que hombre”.

¿De dónde viene la única autoimagen correcta del cristiano discípulo de Jesucristo? La única “autoimagen correcta” de los cristianos (los que han nacido de nuevo “en Cristo” por el Espíritu Santo, y por tanto, son ahora discípulos de Jesucristo, no los que han nacido en el “cristianismo”) viene de contemplar a Dios, y no de contemplarse a sí mismos (noticia nada agradable para nuestro ego, ¿verdad?), pero así es, créanlo. Sólo cuando “miramos a Dios”, nuestras vidas cambian, y cambian precisamente porque nos apartamos del “yo” (de querer ser “dioses”). “Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra”, dice la Santa Biblia. Mi socorro, mi ayuda, mi auxilio no viene de una“buena autoimagen”, no viene de la psicología, no viene de la sociología, ni de ninguna otra “ciencia de la conducta humana”. De ninguna manera. VIENE DE DIOS. ¿Es muy difícil entender esto? ¿Cuándo fue que Isaías vio “al Señor sentado sobre un trono alto y sublime”? (Isaías 6:1-5). ¿Cuándo se contempló a sí mismo, cómo enseñan los psicólogos, o cuando “vio al Señor”?Escuchen esto y anótenlo en sus mentes para siempre, amados: La respuesta a la “depresión no es la aceptación de uno mismo”, sino el “apartarse de uno mismo”, dirigiéndose a Cristo Jesús. “Quien se busca a sí mismo, pierde a Dios; quien busca a Dios, se olvida de sí mismo.” La Palabra de Dios jamás nos impulsa a la “auto-aceptación, ni al “amor propio”, ni a la“autoconfianza”, ni a la “autoestima”, ni al “auto-perdón, ni a la “auto regeneración”, ni a ninguno de los otros “yoísmos”puestos de moda en el cristianismo de hoy por los falsos profetas y falsos apóstoles. ¿Está claro? Estos lo que han hecho es copiar lo que enseñan los “maestros de la Nueva Era”, que a su vez copian a los “ocultistas o satanistas”. ¿Escucharon bien, especialmente los seguidores de los “predicadores televisivos”? Por supuesto, no todos son así. Gracias a Dios. ¡Pero sí la mayoría!

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