domingo, 16 de octubre de 2016

LA REFORMA PROTESTANTE.

...Mientras el espíritu de reforma e independencia despertaba por Europa, la llama estalló en Alemania, en el electorado de Sajonia, bajo la dirección de Martín Lutero, un monje y profesor de la Universidad de Wittenberg. Notemos algunos de sus primeros períodos.


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El papa reinante, León X, en virtud de que necesitaba grandes sumas de dinero para terminar el templo de San Pedro en Roma, permitió a un agente llamado Juan Tetzel, que fuese por Alemania vendiendo certificados, firmados por el papa. Su objetivo era perdonar todo pecado, no solo de los poseedores del certificado, sino también de los amigos vivos o muertos en cuyo favor se comprasen, sin la confesión, el arrepentimiento, la pena o la absolución por un sacerdote. Tetzel decía a la gente: "Tan pronto como su moneda suene en el cofre, el alma de sus amigos ascenderá del purgatorio al cielo." Lutero predicaba en contra de Tetzel y su venta de indulgencias, denunciando abiertamente su enseñanza.


La fecha exacta en que los historiadores fijan como el principio de la gran Reforma es 31 de Octubre de 1517. En la mañana de ese día, Martín Lutero clavó en la puerta de roble de la catedral de Wittenberg un pergamino que contenía las noventa y cinco tesis o declaraciones, casi todas relacionadas con la venta de indulgencias, pero en su aplicación atacaba la autoridad papal y sacerdotal. Los gobernantes de la iglesia en vano procuraron restringir y lisonjear a Lutero. Permaneció firme y la tempestad solo le hizo más resuelto en su oposición a las doctrinas y prácticas no apoyadas en las Sagradas Escrituras.

Después de muchas controversias y la publicación y distribución de folletos con las opiniones de Lutero por toda Alemania, sus enseñanzas se condenaron formalmente. De ahí que en Junio de 1520 una bula* del papa León X lo excomulgara. Se le ordenó a Federico el Sabio, Elector de Sajonia, que le entregase a Lutero para juzgarlo y castigarlo. Sin embargo en vez de esto, le dio amplia protección pues simpatizaba con sus ideas.
Lutero recibió la excomunión con desafío llamándola: "la bula execrable del anticristo", y el 10 de Diciembre la quemó públicamente a las puertas de Wittenberg ante una asamblea de profesores de la universidad, de estudiantes y el pueblo. Con la bula del papa también quemó copias de los cánones o leyes establecidas por las autoridades romanas. Este acto constituyó la renuncia final de Lutero a la Iglesia Católico Romana.

...La división de los estados alemanes en las ramas reformadas y romanas fue entre el norte y el sur. Los príncipes meridionales dirigidos por Austria, se adhirieron a Roma, mientras que los del norte eran en su mayoría seguidores de Lutero. En 1529, se celebró una Dieta en Espira con la vana esperanza de reconciliar las dos partes. En esta dieta los gobernantes católicos eran mayoría y condenaron las doctrinas de Lutero. Los príncipes prohibieron toda enseñanza del luteranismo en los estados donde no había llegado a dominar. En los estados que ya eran luteranos se requirió que a los católicos se les permitiese ejercer libremente su religión. A esta desequilibrada ley los príncipes luteranos hicieron una protesta formal y desde ese tiempo se les conoció como protestantes y sus doctrinas como la religión protestante.

A principios del siglo dieciséis, la única iglesia en Europa occidental era la Iglesia Católica Romana, evidentemente segura de la lealtad de todo reino. Antes de finalizar ese siglo, cada país del norte de Europa al oeste de Rusia se había separado de Roma y había establecido su propia iglesia nacional.
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Aunque en los países del norte de Europa había diferencias en doctrinas y organización debido a la Reforma, sin embargo, no es difícil encontrar la plataforma común de todas las iglesias protestantes. Los principios de la Reforma pueden considerarse cinco.

El primer gran principio es que la verdadera religión se funda en las Escrituras. Los católico romanos habían sustituido la autoridad de la Biblia con la autoridad de la iglesia. Enseñaban que la iglesia era infalible y que la autoridad de la Biblia se debía a que la iglesia la autorizaba. Prohibían las Escrituras a los laicos y se oponían decididamente a toda traducción que se hiciera en el lenguaje usado por el pueblo común. Los reformadores declaraban que la Biblia contenía las reglas de la fe y práctica, y que no debía aceptarse ninguna doctrina a menos que la Biblia la enseñase. La Reforma trajo de nuevo la Biblia perdida al pueblo y colocó sus enseñanzas sobre el trono de la autoridad. Es por medio de los reformadores, y sobre todo en los países protestantes, que la Biblia ahora circula por millones de copias todos los años.
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Otro principio establecido por la Reforma fue que la religión debía ser racional e inteligente. El romanismo había introducido doctrinas irracionales en el credo de la iglesia, como la transubstanciación; pretensiones absurdas como las indulgencias papales en su disciplina; costumbres supersticiosas como la adoración de imágenes en su ritual. Los reformadores, aunque subordinando debidamente la razón a la revelación, reconocían la primera como un don divino, y demandaron un credo, una disciplina y una adoración que no violase la naturaleza racional del hombre.

Una tercera gran verdad a la que se le dio énfasis en la Reforma fue la de la religión personal. Bajo el sistema romano existía una puerta cerrada entre el adorador y Dios, y para esa puerta el sacerdote tenía la única llave. El pecador arrepentido no confesaba sus pecados a Dios, sino al sacerdote. No obtenía perdón de Dios, sino del sacerdote, quien únicamente podía pronunciar la absolución. El adorador no oraba a Dios el Padre por medio de Cristo el Hijo, sino por medio de un santo patrón que se suponía intercedía por él ante un Dios demasiado elevado para que un hombre se allegase a él en esta vida terrena. En efecto se consideraba a Dios como un ser poco amigable que debía aplacarse y apaciguarse mediante la vida ascética de mujeres y hombres santos, cuyas oraciones eran las únicas que podían salvar a los hombres de la ira de Dios. Los de mente piadosa no podían ir a la Biblia en busca de dirección, sino tenían que recibir sus enseñanzas indirectamente según las interpretaban los concilios y cánones de la Iglesia. Los reformadores acabaron con todas esas barreras. Dirigían al adorador hacia Dios como el objeto directo de oración, el dador inmediato del perdón y gracia. Llevaban a cada alma a la presencia de Dios y a la comunión con Cristo.

Los reformadores también insistían en una religión espiritual, diferente a una religión formalista. Los católico romanos habían sobrecargado la sencillez del evangelio con múltiples formas y ceremonias que oscurecían por completo su vida y espíritu. La religión consistía en servicios externos rendidos bajo la dirección sacerdotal y no en la actitud del corazón hacia Dios. Sin duda hubo muchas personas sinceras y espirituales en la Iglesia Católica Romana, hombres como Bernardo de Claraval, Francisco de Asís y Tomas de Kempis que vivían en intima comunión con Dios. Pero en la Iglesia en general, la religión era de letra y no de espíritu. Los reformadores enfatizaban más las características internas de la religión, que las externas. Pusieron de manifiesto la antigua doctrina como una experiencia vital, "la salvación por la fe en Cristo y únicamente por la fe". Proclamaron que la justificación no es por formas y observancias externas, sino por la vida interna, "la vida de Dios en el alma de los hombres".

El último de estos principios en la obra práctica de la Reforma fue el de una iglesia nacional, diferente a una mundial. El propósito del papado y del sacerdocio fue subordinar el estado a la iglesia, y hacer que el papa ejerciera autoridad suprema sobre todas las naciones. Donde quiera que el protestantismo triunfaba surgía una iglesia nacional, gobernada por sí misma e independiente de Roma. Estas iglesias nacionales asumían diferentes formas: episcopal en Inglaterra, presbiteriana en Escocia, algo mixtas en los países del norte.

No mucho después que empezó la Reforma, la Iglesia Católica Romana realizó un poderoso esfuerzo a fin de recuperar el terreno perdido en Europa, destruir la fe protestante y promover las misiones católico romanas en países extranjeros. A este movimiento se le llama la Contrarreforma. La reforma dentro de la iglesia se intentó hacer mediante el Concilio de Trento, convocado en 1545 por el papa Pablo III. Su principal objetivo fue investigar y poner fin a los abusos que propiciaron el surgimiento de la Reforma. El Concilio se reunió en diferentes tiempos y en más de un lugar, aunque por lo general se reunía en Trento, Austria, a ciento veintidós kilómetros al noroeste de Venecia. Se componía de todos los obispos y abades de Venecia. Duró casi veinte años, a través de los reinados de cuatro papas, de 1545 a 1563. Se tenía la esperanza que la separación entre católicos y protestantes se pudiera arreglar y la iglesia volviera a unirse, pero esto no pudo efectuarse. A la larga, se hicieron muchas reformas y se establecieron definitivamente las doctrinas de la iglesia. Incluso los protestantes admiten que los papas después del Concilio de Trento fueron mejores que muchos de los que gobernaron antes. El resultado del concilio puede considerarse como una reforma conservadora dentro de la Iglesia Católica Romana.
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Una influencia muy poderosa en la Contrarreforma fue la Orden de los Jesuitas, que en 1534 estableció un español, Ignacio de Loyola. Esta era una orden monástica caracterizada por la combinación de la más estricta disciplina, intensa lealtad a la iglesia y a la orden, profunda devoción religiosa y un marcado esfuerzo para hacer prosélitos. Su propósito principal era combatir el movimiento protestante con métodos públicos y secretos. Llegó a ser tan poderosa, que se acarreó la oposición más severa aún en los países católico romanos. Se suprimió en casi todos los estados de Europa y, por decreto del papa Clemente XIV (1773), se prohibió en toda la iglesia. Sin embargo, por un tiempo continuó en secreto, después abiertamente y al final los papas la reconocieron de nuevo. Ahora es una de las fuerzas más potentes en esparcir y fortalecer la Iglesia Católica Romana por todo el mundo.

En 1618, un siglo después de iniciada la Reforma y como resultado inevitable de intereses y propósitos opuestos de los estados reformados y católicos de Alemania, comenzó una guerra que a la larga enroló a casi todas las naciones europeas. En la historia se le conoce como la Guerra de los Treinta Años. Rivalidades políticas y religiosas se vieron involucradas y estados de la misma fe a veces estaban en bandos contrarios. La lucha siguió por casi una generación y toda Alemania sufrió en forma inconcebible. Al final, en 1648, la guerra terminó con la Paz de Westfalia, que fijó los linderos de los estados católico romanos y protestantes de la manera que han continuado hasta hoy. De modo que puede considerarse que el final del período de la Reforma ocurrió en este momento.
p.134

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*Los decretos del papa se llaman "bulas", derivado del latín bulla, "sello". El nombre se aplica a cualquier documento que lleva estampado un sello oficial.

Tomado del libro Historia de la Iglesia Cristiana.
Jesse Lyman Hurtlbut

NOTA: La imagen que la Iglesia Católica ha tratado siempre de dar sobre los cristianos Protestantes es de simplemente ser "los causantes de la división". Y esto es sin aportar, de manera honesta, humilde, y equilibrada, los detalles que causaron la llamada "Reforma Protestante". Los Protestantes no fueron mas que Católicos que protestaron contra los abusos y excesos del Romanismo Católico.

Creo que se debe considerar que la intensión de los reformadores no fue nunca la de crear división en la iglesia sino la de "arreglar lo que iba mal". La falta de aceptación de los problemas, así como la falta de honestidad y humildad mantuvo a la Iglesia de Roma atrincherada en la intransigencia; y para demostrar su poder el Papa excomulgó a todos los católicos que apoyaban la Reforma de la iglesia. Por si acaso alguien no entiende el significado de la palabra: excomunión, la misma no es más que el acto de declarar a una persona como expulsada o fuera de un grupo, en este caso sería la expulsión de la comunidad de los fieles, los sacramentos y la autoridad eclesiástica.

Dados estos elementos, yo me pregunto: ¿Quién verdaderamente causó la división de la Iglesia? ¿Los Protestantes? (los cuales no tenían la intensión de hacerlo), o fue la propia Iglesia Católica expulsando a los que no estaban de acuerdo con el orden establecido en sus abusos y excesos?? Conozca la Historia, examine los hechos y provéase usted mismo una respuesta que haga honor a la Verdad.

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